domingo, 20 de marzo de 2011

Sobre el patriarcado-2ªparte


 Veamos el palpable engaño en la Revolución Francesa , lo que pretendía ser una revolución en pos de la igualdad no fue más que una igualdad para los que alcanzan cierto status. De este modo nos encontramos ante una revolución de varones burgueses que buscan su propio beneficio y no el beneficio de todas las personas. Estos varones entre los que podemos citar a Rousseau, hablan de la mujer como parte de la naturaleza ya que está unida a la maternidad y de esta forma la excluyen de la esfera política, del espacio público relegándola a la esfera privada. Y esta idea de dominación sigue hoy presente  y se manifiesta en los roles que se le asignan a las mujeres pues al fin y al cabo, estos roles no han cambiado tanto.

Hablemos ahora del mito y el culto a la maternidad, cuyo su propósito no es otro que establecer un control de la sexualidad y la reproducción de las mujeres ya que su naturaleza las aboca al cuidado de la familia. Además las mujeres quedan reducidas al objeto sexual al servicio del varón. Véase el análisis de Kate Millet en Política sexual.  De forma que como bien explica Millet se producen las relaciones sexuales en términos jerárquicos, de poder, de sumisión de la mujer.

 La diferenciación sexual se acentúa en la sociedad capitalista en que vivimos por no hablar del siglo XIX, donde el hombre-propietario necesita del garante de que sus hijos son de su linaje. De este modo los conceptos de sumisión y fidelidad están al servicio de una moralidad de la desigualdad que legitima la violencia patriarcal, necesaria para establecer la supremacía masculina. La ideología patriarcal presiona a la mujer para que asuma y sienta la necesidad de priorizar su maternidad, el desarrollo de los afectos, la sensibilidad... Es decir toda una serie de roles amparados por instituciones como la Iglesia Católica que  hoy en día  abocan a las mujeres a no tener libertad sobre su maternidad, a no elegir libremente si quieren abortar por ejemplo. Además dicha institución promueve que las mujeres soporten todo tipo de vejaciones por parte de marido, su opresor, llegando a casos que rozan la histeria ya que justifican la violencia patriarcal.

 Las religiones en especial las monoteístas se caracterizan por su misoginia y son un vehículo de transmisión de los valores patriarcales. Esta ideología se impregna como el carbón en la mente de hombreS y mujeres desde su más tierna infancia ya sea a través de una religión, de una educación fundamentada en roles de género donde el niño juega con el camión y la niña con las muñecas. Y aunque nos llene de orgullo decir que estamos educando a nuestros hijos en la igualdad, quizás no deberíamos tirar cohetes pues estamos presos en cierto modo de nuestra cultura y es realmente complicado transcenderla... No son más que adoctrinamiento para sustentar dicha ideología.

Dicen que la Historia la escriben los que ganan y en este caso la escriben los varones ya que se encargan de desplazar a un lado a las mujeres, las aparta del espacio público, ocultando sus luchas y vindicaciones en los rincones de la Historia. Aquí retomamos el ideal de la Revolución Francesa de que la mujer es naturaleza, es irracional y por tanto no tiene nada interesante que decir. Y como dice el tópico :“lo que no se ve no existe” con el llamado sexismo lingüístico se termina de desplazar a la mujer del discurso político pues el lenguaje es un vehículo de transmisión de pensamientos, del pensamiento de la ideología dominante, el pensamiento del varón, no de la mujer.

Por tanto no es de extrañar que empecemos a “descubrir” a las mujeres de la historia, ya que tras las luchas de las sufragistas comenzaron a adquirir derechos y las mujeres con cierto status social que pertenecían al menos a la mediana burguesía como Marie Wollstonecraff pudieron tener una educación por precaria que fuese que las permitió hacerse un sitio en la historia del pensamiento. A pesar de que tuviese que utilizar en un principio un pseudónimo pues hasta entonces, en la época victoriana se había venido cultivando la figura de una mujer como comentaba anteriormente sumisa y esclava de la maternidad. Encontramos pensadoras como Hipatia y otras comienzan a brillar con el siglo XX como Dolores Ibárruri, Marie Curie, Frida Kahlo, Virginia Wolf, Clara Campoamor, Simone de Beavoir, Rosa Luxemburgo, Alejandra Kollontai... Pero tampoco debemos engañarnos pues estas mujeres “fácilmente se encuentran con un techo de cristal”.

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